martes, 25 de diciembre de 2012

Mientras caminaba por Scalabrini Ortiz, avenida que aborrezco bastante, a una hora de haber empezado la navidad pensaba que este fue uno de los 25 más difíciles. Nunca entendí el funcionamiento de las familias, ni hoy lo entiendo y creo que no voy a entenderlo por el momento. No entendía por qué me sentaba horas y horas alrededor de todos esos nenes, que se hacían llamar primos, que corrían y comían como bestias salvajes. Yo no entendía por qué estaba sentada al lado de una mujer, cuyas palabras me hirieron en lo más profundo, y un montón de personas que decían quererme. Son tristes todos estos pensamientos que me recorren el cuerpo, pero ustedes, padres de mis padres, rama de mi árbol genealógico eran la unión de estos desconocidos que creen quererse. Yo sé que en cada centímetro de mi estrambótica personalidad es gracias a ustedes. No me gusta el sentimentalismo barato, ni las cartas nostálgicas, ni la melancolía de final de año. Sin embargo, los extraño. Extraño algo que nunca tuve. Me encantaría que me llamen diciéndome lo orgullosos que están de mi por estudiar dos carreras, que hablemos de autores, que compartamos libros. De todas formas, una luz se enciende en mí cuando Isita dice la repetida frase 'igual a Yiyita'.