martes, 30 de agosto de 2011

Si bien las mañanas tienen un carácter de claridad y tranquilidad, mi personalidad no las asimila. Para mi las mañanas son momentos trágicos (cómicos), de oscuridad y absoluta incoherencia. Como era de esperarse, porque son una persona un tanto desequilibrada (y para decirlo de una manera menos poética: vivo en una nube de pedo eterna), y por ser una especie de lunes académico me levanté tarde.
Me desperté desorientada y con un colapso pseudo nervioso. Me vestí con lo primero que encontré y acalorada frente al frío de la madrugada paré un taxi. Subí casi sin aliento y fue ahí donde cometí un grave error. Frente a la desesperación, le pedí al taxista que por favor 'vaya rápido'. Nunca pensé que la ambigüedad de las palabras iba a ser tan literal. Por 'vaya rápido' yo quise decir 'directo'. Por 'vaya rápido' el señor taxista entendió ir por la 9 de Julio a mil por hora cual rápido y furioso. No solo eso, sino que pasó dos semáforos en rojo y un colectivo (de especie 'Plaza', ignoro cual fue) casi se nos tira encima.
De todas formas, como expliqué más arriba, mi estado de inconsciencia por las mañanas sumado a la obsesión por llegar temprano hizo que no sólo llegara a horario, sino que también no mediese el peligro hasta llegar a Barracas.
En conclusión, resumen o lo que sea. Soy un desastre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario