lunes, 15 de agosto de 2011

‘’Yo estoy tan feliz que no puedo parar de comer’’ dijo mientras se llevaba a la boca un pedazo de la pesca del día. Deciselo a tu cara, murmuré para mis adentros, ocultándole la mirada. Realmente, nunca comprendí los parecidos entre personas hasta ese día. La miré fijo, como suelo mirar a la gente cuando la analizo. No sé si lo notó, si quiso notarlo, o si lo evitó. Había dejado de escucharla hacía bastante, su voz se apagó de repente, no sé cómo lo hice. El movimiento de su boca, las arrugas en los ojos. Un dejo de tristeza. Nostalgia en realidad. ‘’Yo me negué, me negué y tendría que haber estudiado abogacía’’ fue lo que irrumpió el silencio. Sentí un deja vu, como si alguien más estuviese en vez de mi tía. Busqué en mi débil memoria, algún rastro de similitud sin resultados. Cuando por fin reaccioné, ya se había ido. Un saludo, un acercamiento, el olor a cigarrillo impregnado me hizo despertar. La misma historia, los mismos errores. Siempre creí que había olvidado a Albina, hasta ayer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario