lunes, 9 de agosto de 2010

Capítulo XXVII

Lo que para uno resulta tal vez, lindo, decorativo, estético, llamativo; duele. Duele mucho. Entré para buscar algo, y terminé con otra cosa. Justo estaba con mamá, la que me convenció para que me agujereara el cartílago de la oreja. Bueno, como soy una cagona marca cañón dije 'si, no si, bueno no se, si si si'. Me lo hice. La primera aguja todo bien, no dolor, solo un sonidito de 'crack' como que habían traspasado mi débil cartílago. Lo que vino después ya no estuvo bueno. Resulta que el aro que elegí era más grande que la aguja que atravesó mi oreja. Y eso me dolió. No fue un dolor como los musculares, constantes e insoportable. Fue más bien punzante, y molesto. La oreja se me puso color bordó más o menos. Me ardía y latía. Ok todo bien.
Ahora tengo las siguientes complicaciones. No puedo dormir de mi lado preferido de la cama, es imposible. Sólo puedo dormir de ese lado, y ahora no puedo porque me duele. Me cuesta sacarme remeras, buzos, corpiños, tops, y todo lo que tenga un cuello minimamente chico. Alguna gente es medio brusca y ya me lo tocaron varias veces. Limpiármelo es un bajon.
No recordaba todas estas incomodidades cuando me hice el de la nariz. Pero bueno, es lindo igual.

2 comentarios:

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  2. nos soy de estas cosas, pero vi una vez los gritos y sufrimiento de una amiga, mas qe nada, las orejas rojo sangre(?).dsp me rei y dije 'eso, yo no' jaj (aunqe no soy mujer,claro)

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